viernes, 15 de febrero de 2013

~3.

Han pasado tres semanas desde mi ataque y aunque voy a terapias dobladas, creo que ya no necesito ir a tantas. Me estoy controlando gracias a que paso mucho tiempo con Jade, Frank y Mikey, que me ayudan a distraerme de todo un poco.

El baile de Bienvenida es dentro de dos días y ya todos tienen pareja. Frank irá con su novia Jamia, una buena chica aunque algo alocada, como él, y Mikey con Alicia, una amiga de Christa. Mi hermana irá con un chico que conoció hace poco, Harry. Es un buen tío y se nota que le gusta mi hermana de verdad, no como su ex novio Alex. Así que estoy muy feliz por ella.

Voy camino a casa de Mikey para hacer un trabajo de ciencias en el que Frank nos ayudará porque tiene las preguntas que nos harán cuando lo presentemos, del curso pasado. Ah sí, se me olvidó mencionar que Frank repite curso, ya que suspendió todas las asignaturas el año pasado. No aprobó ninguna. Así que tiene un año más que mi hermana, y cinco más que yo. Pero es un buen chico. Sólo hay que pillar su rollo y lo demás es pan comido. La verdad es que no entiendo por qué las chicas dicen que es un gilipollas. Lo es a veces. No todo el tiempo.

Llego a casa de Mikey y llamo a la puerta. Es una bonita casa. Tiene la pintura de fuera de color blanco, y las ventanas y el tejado de un azul oscuro. Me abre Mikey con una sonrisa y sonrío de vuelta.

- ¿Ya has acabado con tu doctor? - asiento. - ¿Qué tal?

- Vuelvo a ir una vez cada tres semanas - contesto.

- Eso es genial, Liv - me abraza.

Lo cierto es que después de mi ataque, Frank y Mikey se han vuelto muy íntimos, por decirlo de alguna manera, ya que saben con pelos y señales todo sobre mi enfermedad. No les he comentado más de lo necesario respecto al pasado, ataques y demás, y sobretodo ninguno sabe de mis intentos de suicidio. Ni lo sabrán. Jade opina que es demasiado pronto para confiar en ellos de esa manera. Y creo que tiene razón, así que me dejo guiar por su instinto fraternal.

- ¿Dónde está tu hermano? - quiero saber.

- Ha salido, no volverá hasta más tarde. Para cuando venga, ya habremos acabado el trabajo - asiento y subo detrás de él por las escaleras hasta su habitación.

A los pocos minutos viene Frank y Jamia, y nos sentamos todos alrededor de la mesa de Mikey, mientras Frank se tumba en su cama, bocaarriba, contándonos cómo había que exponer un trabajo correctamente con la profesora de Química. Toda una diversión.

~

Después de dos horas, Jamia se ha ido a la peluquería con Christa, y Frank está jugando a un vídeo juego en el salón principal. Sólo estamos Mikey y yo en la habitación. No me había parado a pensar en lo incómodo de la situación hasta que he dejado de concentrarme en el trabajo. Veo que me mira y se sonroja.  ¿Qué significa ese gesto? ¿Es que acaso le gusto? Pero no puede ser, porque él está medio saliendo con Alicia. Si no, no irían juntos al baile, ¿no? Decido ir al baño para separarme un poco de él y organizar mi cabeza.

- ¿Dónde está el baño? - pregunto.

- Final del pasillo, la puerta de la derecha.

Salgo como un rayo y me dirijo hacia allí. Me encierro con pestillo y me siento en la tapadera del retrete. Suspiro e intento calmarme. Me duele la cabeza de llevar tanto tiempo estudiando y no haber hecho una pausa. He perdido facultades desde que ingresé en rehabilitación. Me echo un poco de agua en la cara y suspiro. Vuelvo a salir y veo la puerta de la izquierda, justo enfrente del baño. ¿Qué habrá ahí? Por lo general no suelo ser cotilla, ni metomentodo, pero no sé por qué, quiero entrar ahí. Aunque sé que no debería, abro un poco el pomo de la puerta y miro por la rendija que he dejado abierta.

Veo muchos cuadros, y algo que parecen cómics encima de un escritorio. Abro más la puerta y entro, y cierro la puerta tras de mí. Miro las paredes y veo que están llenas de cuadros y dibujos. Algunos papeles de otros dibujos desechados por el suelo, y me acerco al escritorio para ver el cómic. Siempre me han llamado la atención, y jamás he visto uno en proceso, en vivo.

Alguien abre la puerta y me doy la vuelta, asustada. Veo a un chico de cabello negro y facciones parecidas a las de Mikey, que me hace saber que es Gerard, su hermano. Dios, más guapo de lo que esperaba. Es algo más alto que yo, y lleva una camisa de cuadros blancos y negros, con una camiseta de Black Sabbath debajo. La sangre me sube a las mejillas y entonces me doy cuenta de que estoy en su habitación, invadiendo su espacio personal.

- ¿Qué haces aquí? - pregunta, serio.

- Lo siento - tartamudeo, dirigiéndome rápidamente a la puerta. Me coge del brazo y me hace mirarle a los ojos. Me fijo más y veo que los tiene de color miel. Y caigo rendida a él.

Ya había oído que el hermano de Mikey era guapo, y no tenía problemas para ligar. Pero no me esperaba que fuese tan tremendamente guapo, al igual que Mikey. Sin duda eso es cosa de familia.

- No quería ser entrometida - digo, con una vocecita apenas audible.

- Esta es mi habitación, ¿sabes? - dice, algo molesto.

- Lo sé, fui al baño, y... - me interrumpe.

- Me llamo Gerard - dice, soltándome del brazo. Me quedo mirándolo y me apresuro a salir por la puerta, y al girarme, lo veo sonreír. Tiene una bonita sonrisa. Bah, diablos. Tiene una sonrisa que hace que me derrita por dentro.

- Liv - digo, y echo a correr hacia la habitación de Mikey.

No le comento nada a Mikey sobre el incidente con su hermano, y él no parece haberse enterado. Seguimos ahí una hora y media más, hasta que acabamos el trabajo.

~

- ¿Entonces dónde está Mikey? - pregunta Jade, bebiendo agua. Saluda a una chica que pasa rápidamente al lado de nuestra mesa y se dirige a la salida del comedor.

- Creo que está enfermo - contesto, removiendo la comida de mi plato sin probar bocado.

- Come - me ordena.

Resoplo y veo a Frank venir con unos libros en la mano. Mi hermana escupe el agua que tiene en la boca cuando él se sienta y abre un libro de matemáticas, estudiando.

- Dios mío, ¿quién eres tú y qué has hecho con nuestro Frank? - dice, riendo.

- Ja-ja-ja, muy chistosa, Jade-de. - así llama a mi hermana a menudo, para chincharla. Veo que Frank intenta concentrarse, pero mi hermana sigue riéndose por su extraña actitud.

- ¿Qué pasa con eso, Frank? - pregunto, señalando su libro.

- Acaban de fechar el examen de matemáticas, el principal motivo por el que estoy aquí todavía. Si no apruebo, adiós a mi carrera.

Asiento y miro los ejercicios que intenta estudiar tan concienzudamente. Frunzo el ceño. No parece tan complicado, igual, y hasta podría ayudarlo a estudiar.

- ¿Quieres que te ayude? - le pregunto por fin, tras un rato.

Mi hermana me mira y niega rápidamente.

- Tú tienes que estudiar para lo tuyo - dice.

- Lo sé, pero sólo voy a ayudarlo, no a estudiarme eso - contesto.

Suspira y se levanta de la mesa, para dejar en un montón al fondo del comedor. Frank me mira y sonríe.

- ¿Me quieres ayudar? - pregunta, sorprendido.

- Sí - digo.

- ¿Segura? Es muy difícil, quizá pasemos horas, y... - lo corto, entendiendo lo que quiere decir.

- No te preocupes. Si falto a terapia, el doctor no se enfadará - asiente.

- De todas formas, Gerard ya se había ofrecido a ayudarme - le miro, incrédula.

- ¿Gerard? - asiente.

- Es bueno en las matemáticas, aunque su fuerte es el arte. Habíamos quedado en su casa hoy a las 4, ¿te parece bien?

Recapacito la idea de volver a ver a Gerard después de entrometerme en su habitación sin permiso de nadie, y asiento finalmente. Decido comprarle algo, un pequeño detalle, para que no se lleve una mala impresión de mí. Apenas tendré tiempo si me quedo el resto de horas de clase, así que decido irme antes de que Jade se dé cuenta, y tomo un taxi al centro de la ciudad, dispuesta a encontrar algo bonito y que a Gerard le pueda gustar. Pero, ¿qué le puedes comprar a alguien que no conoces, para que te perdone por haber entrado en su habitación sin su permiso?

Tras dos horas encuentro algo que seguro que le gustará, y tomo otro taxi hacia la casa de Mikey y Gerard. Llamo a la puerta, y sale una mujer, con unos rasgos parecidos a los de Gerard, que me hace pensar que es su madre.

- ¿Vienes en busca de Gerard? - asiento. - ¡Gerard! - grita, por el hueco de la escalera. - ¡Alguien ha venido a verte!

Escucho que se abre una puerta del piso de arriba y la mujer me deja pasar hasta el comienzo de la escalera.

- No tardará en bajar - dice, y se va por una puerta, que creo que es el salón principal. 

Me quedo mirando los cuadros y fotografías que hay en la estancia y veo muchas fotos de Mikey y Gerard de pequeños. Siento pena por no haberme fijado antes en ellas, son muy bonitas. Cuando vuelvo a la realidad veo que Gerard está delante de mí, dos escalones por encima.

- No demuestras ser poco metomentodo - dice, sonriendo. Me sonrojo y me doy la vuelta dispuesta a irme. No sé por qué he venido. - Eh, eh, espera, Liv. Era broma - dice, cogiéndome del brazo, sin dejar de sonreír. 

- Vine porque Frank me dijo que quizá no te importaría - asiente.

- Está arriba. ¿Seguro que sabes de matemáticas? - me pregunta, rompiendo el hielo, después del desagradable momento que he pasado.

- Claro que sé, probablemente más que tú - digo.

- ¿Qué es eso? - pregunta, percatándose de que llevo una bolsa entre las manos.

- Esto... eh... - trago saliva e intento que no se me note mucho lo avergonzada que estoy. - Te traje como un... regalo, por haberme metido en tu habitación sin querer el otro día, y... bueno... - suspiro - espero que te guste.

Le doy la bolsa y la mira sin perder ni un segundo. Sonríe sacando mi pequeño obsequio.

- ¿Una caja de lápices?

- Bueno, son unos lápices que todo dibujante debe tener. - Me mira, y levanta una ceja - Bueno, eso me ha dicho el vendedor. - Ríe y me relajo, viendo que le ha gustado. - También hay un cuaderno, aunque creo que preferirás dibujar en folios más grandes, pero bueno, dice que es de un papel especial. 

- Muchas gracias, Liv. No hacía falta que te tomaras la molestia - me invita a subir delante de él, y subo dos escalones más que él, quedando a su altura. Niego con la cabeza.

- No es nada, Gerard. 

Nos quedamos así un rato más, mirándonos. Parece que no hay nada más entre nosotros. Tiene sus ojos clavados en los míos, y no parece querer despegarlos de ahí. Yo tampoco quiero que lo haga, siendo sincera. Noto que se acerca lentamente, casi por inercia, y se sigue acercando hasta que Frank nos interrumpe desde la habitación. Reímos y subimos por la escalera, preparándonos para una gran tarde matemática. 

2 comentarios:

  1. Me encanta como escribes, siguela

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  2. Maldita Liv... yo también quiero ir a estudiar con Gerard y Frank )':
    Es buena. Admite que es buena. ¡Es buena!

    PD= Para que no puedas decir que apenas te comenta nadie. M.

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