viernes, 22 de febrero de 2013

~9.

Veo a Frank detrás de mí y se interpone entre Alex y yo. Suspiro aliviada y me refugio detrás de él, mientras intercambia palabras malsonantes con Alex.

- A ti no te importa lo que yo hable con esta - dice Alex, señalándome con la cabeza.

- En realidad sí que me importa, porque es mi amiga - defiende Frank, pasando un brazo por detrás de mi espalda y pegándome a él, para que no me pase nada.

- En algún momento estarás sola - dice Alex, mirándome - Y ahí tendremos que hablar sí o sí. Por el momento, que se prepare el de los rizos.

Trago saliva y antes de poder hablar, Frank lo hace por mí.

- Si le tocas un pelo a alguno de mis amigos, no sales vivo. Te lo advierto.

Alex suelta una carcajada y después nos mira, antes de bajar por las escaleras.

- Eso ya lo veremos - dice, y se va escaleras abajo.

Frank me suelta y me mira, relajando sus músculos. Me sonríe y yo le abrazo, agradecida.

- ¿Estás bien? - pregunta, y asiento. - Vayamos abajo, te tienen que estar buscando.

Bajamos por las escaleras y brevemente le cuento qué quería Alex. Asiente y antes de dejarme ir con Gerard, me dice:

- Si se vuelve a acercar a ti, dímelo, ¿de acuerdo? No te va a tocar ni un pelo, ni tampoco a tu hermana, no mientras yo esté por aquí - dice, revolviéndome el pelo.

Asiento y voy hacia Gerard, que está hablando animadamente con Harry. Me paro y miro alrededor, por si veo a Jade. No quiero contarle lo de Alex, pero tampoco quiero verlos juntos, ahora que sé lo que Alex quiere hacerle a Harry, o al menos me lo imagino.

Harry me ve y se acerca a mí. Gerard nos mira ladeando la cabeza y le miro pidiéndole disculpas, mientras me dejo arrastrar por Harry escaleras arriba.

Una vez que hemos entrado en lo que parece ser la habitación de invitados, Harry cierra la puerta y me mira serio.

- ¿Qué hacía aquí Alex? - pregunta, sentándose en la cama.

- ¿Lo has visto?

- Reconocería su rostro de oso hormiguero desde cien kilómetros a la redonda.

- Vino buscándote.

Le relato mi encuentro con Alex, y la heróica aparición de Frank en el momento más oportuno. Tan oportuno que parece que todo esto es mentira y alguien lo está escribiendo. Como una historia en la que hay un final feliz, pase lo que pase.

- Si me busca, me va a encontrar - murmura, poniendo la cara entre sus manos.

- No te pelees con él, eso es rebajarse a su nivel - contesto, pasando mi mano por sus hombros, intentando tranquilizarle.

- ¿Y qué hago? ¿Dejar que haga más daño a Jade?

Le miro y frunzo el ceño.

- ¿Qué sabes?

- Vi a Alex con la otra chica. Yo fui quien llamó a Jade.

Ahora todo encaja.

- ¿Y tú cómo sabes que Alex no la quería?

- ¿Desde cuando engañas a una persona que quieres?

Asiento.

- Si Alex busca pelea, pelea va  a encontrar.

- No digas eso, no es por nada, pero en las luchas tan igualadas, las posibilidades están en un 50% - comento, mirando la puerta.

- Lo sé - dice, bajito. - Pero tampoco me importa recibir unos cuántos puñetazos por Jade.

Le miro, conmovida por sus palabras, y veo que alguien abre tímidamente la puerta. Me quedo mirando a Jade, que asoma la cabeza lentamente, y sonrío. Me levanto y me dirijo a la puerta, y salgo antes de que la situación se ponga incómoda.

Bajo las escaleras y me encuentro a Gerard sentado en los últimos escalones, con una copa entre las manos. Me siento a su lado y le sonrío. Pasa su brazo por mi rodilla, de modo que sigue con le vaso entre sus manos, y mi rodilla atrapada.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta, mirándome.

Suspiro y vuelvo a relatar el incidente con Alex y Frank, y lo que Harry quería. No sé por qué, pero no me siento capaz de ocultarle cosas a Gerard. Además, mi doctor dice que es mejor sacarlo todo fuera, y no dejar que nos coma por dentro. Y no hay mejor oyente que Gerard.

- Si Alex te dice algo de nuevo - dice, mirándome serio - no sólo quiero que se lo digas a Frank. Quiero que me lo digas a mí. Y entonces ese chaval acabará de cavar su tumba.

Sonrío y le agarro el mentón a Gerard, atrayéndolo para mí. Le beso tímidamente, consciente de que nos están viendo la gran mayoría de las personas metomentodo de la universidad, y no dejo que ese tipo de pensamientos me amarguen. Hoy no.

~

Ese día no, pero los días siguientes en clase, sí. 

Mikey intentaba distraerme la mayor parte de tiempo posible, porque sabía a la perfección qué me estaba pasando. De hecho me había acompañado a terapia algunas veces más, porque yo no quería preocupar a Gerard, y mucho menos a Jade. 

Prometió no contarle nada a su hermano, pero también dijo que no aguantaría mucho sin hacerlo, porque no quería que nadie me hiciera daño sin motivo.

Pero el caso es que todos me han hecho daño siempre. Sin motivo.

- Puta - susurra otra chica, cuando saco mis libros y los coloco sobre la mesa. Suspiro y me resigno, intentando ignorarla.

Pero las cosas no quedan ahí. No todo son insultos. No. Claro que no. Siempre hay más. Porque a los humanos nos gusta destruir algo, hasta que no quede absolutamente nada de ese algo. Porque somos destructores por naturaleza. Destrozamos corazones, destrozamos animales, destrozamos ecosistemas, destrozamos poblaciones de animales, y claro, por supuesto, nos destruimos entre nosotros. Porque ese es nuestro hobby favorito. Joder la vida a todo el que se puede, y más.

Voy a mi taquilla y veo varios recortes en los que están escritos las palabras estúpida, gordagilipollas, puta, y demás. ¿Y todo a qué viene? A que estoy saliendo con Gerard.

Pero me gustaría ser más fuerte. 

Y no lo soy.

~

- ¿Acaso no eres fuerte?

- No.

- ¿Por qué?

- Porque si lo fuese, no habría hecho lo que hice.

- La paciencia llega a un límite.

- Supongo.

- Yo creo que eres una persona muy fuerte.

- ¿Por qué?

- Bueno, sigues viva.

- Sí. Por fuera.

~

Deslizo la cuchilla por mis muñecas, y me da igual que las marcas que ya casi no se veían, vuelvan a ser visibles. No dejo de llorar, y siento que todo a mi alrededor da vueltas. Todo está mal. Todo está del revés. Nada debería ser así. 

Me siento en el suelo y me miro el antebrazo. Sigue sangrando y empieza a mancharse el suelo. No hago ademán de limpiarlo, ni siquiera hago ademán de curarme las heridas. Yo me las he hecho. Quiero disfrutar del dolor.

Entonces vuelven a mi cabeza más voces, más insultos, más recuerdos que creía superados. Mi padre, aquella noche, mi infancia, mis intentos de suicidio.

Era feliz, ¿tan difícil era dejarme disfrutar de esa felicidad unos días más?

~

Sentada ahí arriba contempla el cielo, y escucha, como si fuese muy lejano, el eco de los cláxones de los coches de abajo, pidiendo que baje de ahí. Pero ella no escucha. Ella no está aquí. Ella está volando, volando como los pájaros, que también la miran temerosa. ¿De qué tienen miedo? ¿Cómo no tenerlo? Es un monstruo. Ella lo sabe. Nadie la quiere, y no le importa, porque ella tampoco se quiere. Ella está muerta por dentro. Sólo quiere morir definitivamente por fuera. 

1 comentario:

  1. Hola me llamo Ana y me acabo de leer de tirada todos los capitulos de la novela y me ha encantado enserio escribes tan bien que envidia :) siguela porque es muy buena. Un beso.

    ResponderEliminar