miércoles, 20 de febrero de 2013

~7.



Observa atentamente los edificios que se posan delante de sus ojos. Algunos más altos, algunos más altos. Ve a un señor mayor paseando con su bastón, y alrededor de él dos niños jugando a la pelota. También ve a tres chicas con unas bicicletas, y a otra detrás, gritando que la esperen, con unos patines. Todos viven vidas despreocupadas, incluso el bebé que pasea en el cochecito, conducido por su mamá. Todos están despreocupados, y creen que jamás vivirán nada siniestro ni aterrador. Pero cuando ella ya lleva varios minutos sentada en la baranda del balcón del séptimo piso, todos fijan su vista en ella. Y ella siente que es la hora. Y sin más...

 - ¿Qué sentiste?

- Nada.

- ¿Nada? ¿Qué es para ti nada?

- Vacío. Te ahogas mientras los demás respiran a tu alrededor.

- ¿Te sientes sin aire?

- Sin fuerzas.

- ¿Para qué?

- Para vivir. Para seguir levantándome cada día.

- Yo sé que tienes alguna razón.

- ¿Por qué lo sabes?

- Porque esa razón está ahí fuera esperándote.

Me levanto del sillón como un resorte y sin mostrar la más mínima emoción, me asomo por la pequeña ventanita de la sala. Veo un chico de pelo negro, sobre el capó de un coche, fumando. Me quedo mirándole un rato, y me alegro de que la ventana tenga cortina. Cuando acaba el cigarro y lo apaga, siento que ya es hora de irme.

- Nos vemos en tres días - dice, apuntando algo en su libreta.

- ¿Algún día me dejarás ver lo que apuntas?

- Quizá la próxima vez que nos veamos, si llegas puntual.

Sonrío saliendo de la sala y bajo las escaleras rápidamente, sin reparar en saludar a la secretaria de mi doctor. Salgo a la calle y veo a Gerard sonriéndome. Sonrío también y me abalanzo sobre él. Me abraza tan fuerte como puede y noto que alguien nos está mirando. Miro a la ventana cuando Gerard se separa de mí para meterse en el coche, y veo que él me sonríe. Le sonrío y articulo un "gracias".

- ¿Liv? - pregunta Gerard, mirándome preocupado. - ¿Estás bien?

Asiento y me muevo  hacia la puerta del copiloto. Me monto, y Gerard lo hace casi a la par. Me sonríe, enciende el motor y empieza a sonar Sweet Child O' Mine de Guns 'N Roses.

~

She's got a smile that it seems to me 
Reminds me of childhood memories 
Where everything 
Was as fresh as the bright blue sky
Now and then when I see her face 
She takes me away to that special place 
And if I stared too long 
I'd probably break down and cry 

- Sweet child o' mine 
Sweet love of mine - acompaño, aun a sabiendas de que mi voz es la de un fumador. Y eso que jamás he fumado.

Nos alejamos por la carretera hasta llegar a casa, sin dejar de cantar. Momentos así no se cambian por nada. Ni por nadie.

- ¿De qué habéis hablado? - pregunta, cuando acaba la canción y ha bajado un poco el volumen de la música. 

- De muchas cosas en general - contesto, mirando por la ventana.

- Supongo que sí, una hora da para mucho - dice, imitando mi tono de voz.

- ¿Pasa algo?

- No, ¿por qué?

- De repente parece que estás molesto - espeto, mirándole.

- Sólo quiero saber que estás bien, y que ir a eso te hace estar mejor.

- Siempre acabamos hablando de ti - murmuro, mirándome las uñas.

- ¿Qué? - pregunta, mirando alternativamente a la carretera y a mí.

- Lo que has oído - respondo, en el mismo tono de voz.

Para el coche justo enfrente de mi casa y suspiro. Él se quita el cinturón de seguridad y sale del coche. Vuelvo a suspirar y abro la puerta del copiloto, para salir también. Para mi sorpresa él no está fuera cuando salgo, está en el coche, pero en la parte de atrás. Confundida, abro la puerta y le miro.

- ¿Se puede saber qué haces?

- Es más cómodo estar aquí detrás.

- ¿Para qué?

- Para hablar.

Me resigno y me siento al lado de él. Cierro la puerta del coche y le miro.

- ¿Me vas a contar lo que te pida?

- Son terapias personales, no tienes por qué saber lo que hablamos ahí.

- Dijiste que habláis de mí. Quiero saber qué habláis.

- Está bien, está bien - contesto, mirándole. - Sólo... hablamos de muchas cosas, de mi etapa de depresión y de mi hermana. Y entonces me preguntó qué razón era la mía para seguir viviendo y no suicidarme.

- ¿Y qué contestaste? - murmura, nervioso.

- Que no lo sabía.

Él cierra los ojos, y al abrirlos lo veo más atemorizado.

- Entiendo.

- Pero...

- ¿Qué?

- Me dijo que sí tenía una. Y era un chico de pelo negro que estaba esperándome fuera.

Me sonríe y veo que los hombros no los tiene tan tensos. Está relajado. Porque ha oído lo que quería oír. Y yo he dicho lo que quería que supiera.

- ¿Crees que...? - se calla y no continúa la frase. Le miro, confundida,  y deseando que acabe de hablar.

- ¿Qué?
- ¿Crees que ese chico de pelo negro... se pondrá muy celoso si intento besarte ahora?

El corazón se me acelera y veo que me acaricia levemente la rodilla con las yemas de los dedos. Estamos muy juntos y no sé en qué momento se ha acercado tanto. Le miro, y veo que me sonríe, esperando una respuesta.

- No sé. Inténtalo.

2 comentarios:

  1. Enserio Maribel?:$ Lo has dejado en la parte mas importante aunque bueno es lo normal D:
    -@laurabm__

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