domingo, 24 de febrero de 2013

~10.

- Bueno, Liv. ¿Me lo vas a contar?

- ¿Contarte qué?

- Tus marcas - dice, señalando mi muñeca con el bolígrafo.

- No es nada.

- ¿Sabes por qué las personas se autoflagelan?

- Para morir.

- Y para desahogarse. Dime, ¿por qué lo haces tú?

- Unas veces para morir. Otras veces para desahogarme.

- Cuando quieres morir, ¿en qué dirección lo haces?

- Hago los cortes horizontales. Siguiendo la vena.

- ¿Y cuando te quieres desahogar?

- Al contrario.

- Esos son horizontales.

- Lo sé.

- ¿Qué me estás ocultando?

- Nada.

- Si me pagas para que haga mi trabajo, déjame hacerlo.

- Las voces.

- ¿Han vuelto? - se incorpora en su silla.

- No es mi voz, como tantas otras veces. Son las voces de los demás. Los insultos. Una y otra vez.

- ¿Te tomas los calmantes?

- Me tomo toda la mierda que me recetas.

- Será una mierda, pero te mantiene aquí.

- Estoy cansándome de estar aquí.

- ¿En la consulta?

- En todos lados.

Apunta en su libreta.

- Me dijiste que querías ver lo que ponía en mi libreta. ¿Quieres que te lo lea?

- Me gustaría verlo.

- ¿No te fías de mí, Liv? ¿Después de tantos años?

- No me fío de tu obsesión de protegerme ocultándome cosas.

- Está bien. Toma.

Me pasa la libreta, y la ojeo.

LIV TYLER

11, 12, 13, 14, 15, 16, 17 años. 

"Cuántos años llevo con él", pienso.

Trastornos bipolares de tipo II
Depresión
Autoflagelación
Principios de anorexia

Teme enfrentarse a su padre. Punto importante a mejorar.

- ¿Punto importante a mejorar?

- Alguna vez tendrás que hablar con él, Liv.

- ¿Y si me niego?

- Nunca me haces caso. No me sorprendería.

Vive con su hermana mayor Jade. Actualmente está saliendo con un chico, Gerard.
Ella ve a Gerard como la única persona capaz de salvarla y de hacer que sea normal. Entrevista con el chico. Llamar.

- ¿Quieres hablar con Gerard?

- De hecho, ya lo he hecho.

- ¿Qué? ¿Cuándo?

- Espero que no te moleste el que no te lo diga. 

- ¿Qué? Vamos, ¿hace cuánto? 

Le lanzo la libreta al regazo y rápidamente él vuelve a apuntar más cosas. Yo resoplo y miro el reloj.

- Nos vemos el viernes.

- Sí, nos vemos - digo, de mal humor, saliendo por la puerta. 

~


Mayo llega más caluroso que de costumbre, y yo tengo que volver a llevar ropa más fresca, que se sigue basando en: vaqueros largos, camisetas de tirantes, y una camisa abierta por encima.

Mi hermana me ha comprado toda una tienda de pulseras (y si no, casi) para que me las ponga encima de las cicatrices. Se le ocurrió a Gerard, y la verdad es que yo no había pensado en eso. Dan mucho más calor que llevar la camisa, pero por lo menos ya no miran por ir tan abrigada.

- ¿Estás bien así? - pregunta Jade, poniéndome la última pulsera. Tengo casi todo el brazo lleno.

- Sí. Ahora me van a mirar raro por llevar tantísimas pulseras y brazaletes - digo, mirándolos.

- No creo que lo hagan - dice. Me abraza y yo le correspondo. - Oye, Liv...

- ¿Qué?

- Me gustaría hablar contigo de algo...

Me suena el móvil y miro la pantalla. Veo que es Mikey y lo cojo, pidiéndole disculpas a mi hermana.

- ¿Sí?

- ¿Liv? Ven al rellano que hay casi a las afueras de la ciudad.

- ¿Qué? ¿Qué ha pasado?

- Harry, Frank y Gerard. Están en una pelea con Alex. Y Alex lleva a unos diez tíos más. No ha venido solo, como dijo. Ven. Páralos. Y que venga Jade. Todo esto es por ella.

Cuelgo y miro a mi hermana, nerviosa.

- Coge el coche - digo, temblando. - Tenemos prisa.

~

En menos de diez minutos estamos en el rellano al que se refería Mikey y veo un corro de tíos. Mikey está con ellos, y a mí me entra una punzada de remordimiento.

Jade y yo salimos corriendo del coche y nos acercamos.

- ¡Déjalos en paz, gilipollas! - grita Jade, haciéndose paso entre el corro de tíos que rodean a Mikey, Frank, Gerard y Harry.

- Tú deberías dejarnos en paz, porque esto no va contigo - dice Alex, sin mirarla.

- ¿Qué quieres? ¿Matarlos? - pregunta, poniéndose delante de Harry.

- No estaría mal. Pero no. Sólo darles una lección.

- Oh, claro. Tú eres el más indicado para dar lecciones de moralidad - digo, colocándome a la altura de Gerard.

- Iros de aquí - susurra él, cogiéndome de la mano.

Niego y vuelvo a centrar mi atención en Alex.

- No tengo pudor alguno en pegarle a una chica. Iros de aquí.

- No - decimos Jade y yo, al unísono.

- Iros - murmura Frank, intentando echarnos del corro.

- Vete, por favor - oigo que dice Harry a Jade. Ésta le mira y niega, cogiéndole de la mano.

- Todo esto es por mí. Si quieren tocarte un pelo, que sea por encima de mi cadáver.

- Y si tocáis un pelo a alguno de los que estamos aquí - digo, tragando saliva -, lo haréis por encima de mi cadáver, también.

Alex suelta una carcajada.

- Míralas, las putillas valientes - dice, sarcásticamente.

- Controla tu vocablo, anormal - suelta Harry, mirándole con asco.

- No estás en una situación muy buena para decir eso, ricitos - dice, apartando a Jade de un manotazo.

- ¡No la toques! - digo, chillando.

- Estate quieta, y sígueme la corriente - dice Gerard, en mi oído. 

- No dejaré que te hagan daño, lo prometo - digo, apretándole la mano.

Vemos un coche avanzar por detrás de Alex. Nadie le presta atención, pero siento que la ansiedad me recorre todo el cuerpo. Si tan sólo pudiera llamar a Ray y a Bob, seguro que las cosas estarían más igualadas. 

- Alex - lo llama Gerard. - ¿Exactamente por qué quieres pegar a Harry?

- ¿Y a ti qué te importa?

- Lo estoy defendiendo. Me gustaría saber de qué lo defiendo. 

- Jade es mía. Y me la ha robado.

- Tú solito la has perdido - digo, mirando a los chicos que están a nuestro alrededor, y al coche que está tras Alex. 

Veo que salen varias personas del coche, y se me sube el corazón a la garganta. ¿Más amigos de Alex?

Estamos perdidos.

- ¿Qué has dicho? - pregunta, acercándose a mí. Me coge la muñeca y la ve llena de pulseras. - Mírala, se corta y luego no quiere que nadie lo vea.

- Aparta tus manazas de Liv - dice Gerard, poniéndose entre él y yo.

Alex levanta la mano, haciendo el amago de ir a pegarle un puñetazo a Gerard y yo cierro los ojos. Oigo el quejido de Gerard y yo vuelvo a la realidad.

Empieza a pegarle puñetazos y patadas, y cuando Frank intenta pararlo, otros dos lo agarran por los brazos, y otro empieza a pegarle también a él.

Mikey y Harry también corren la misma suerte. Jade y yo nos miramos, sin saber qué hacer. Estoy tan asustada que tengo las piernas temblando como gelatina. La pelea sigue y yo veo cómo Alex coge a Jade del brazo. Ella se resiste, y él la pega.

- Eres una zorra, ¿lo sabes?

Me pongo detrás de Alex y en un descuido, de pego una patada en la entrepierna.

- Nunca le des la espalda al enemigo - escupo, mientras Jade se aleja de Alex, dolorida.

Justo en ese momento oigo la voz de alguien conocido.

- Oh, Alex. Acabas de cavar tu tumba.

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