miércoles, 27 de febrero de 2013

~12.

¿Qué razón le das a una persona para que no se suicide? "Tienes amigos", "¿qué pasará con tu familia?", "no puedes hacerlo", "saldrás de esta", "hay gente que lo pasa peor y sigue sonriendo y viviendo", "eres fuerte", "si desapareces, yo voy detrás"... Pero sabes que todo eso es mentira. Y ella también lo sabe. Entonces, ¿qué? La gente dice "tienes que ser feliz". Así es como ella quiere serlo. Desapareciendo. ¿Tan malo es? ¿Tan malo es que por una vez en su vida haya mirado por sí misma, y no por los demás, como siempre le habían aconsejado que hiciera? ¿No querían que mirara por su felicidad? Eso es, simplemente, lo que estaba haciendo. Por fin estaba disfrutando de algo llamado felicidad. Por un instante se siente libre y dueña de sus actos. Ya no hay voces. Ya no hay lágrimas. 
 ~

- Se nos van a quemar las magdalenas. 

Liv corre junto a Jade hacia la cocina, mientras no dejan de reír.

- Si se queman, es culpa tuya.

- ¿Mía? - chilla, riendo. - ¿Quién quería ver el reality show y no se quería levantar del sofá?

- Tú. Claramente.

Jade frunce el ceño y ríe más, mientras persigue a Liv por la cocina.

- Conque yo, eh. Ven aquí, que te vas a enterar.

Siguen corriendo y riendo, sin darse cuenta de que las magdalenas están en el horno. Cuando por fin una alcanza a la otra, caen al suelo y huele a quemado.

- Mierda, al final se han quemado de verdad.

Jade mira a Liv y ésta sólo puede reír más. Jade también ríe y le sigue haciendo cosquillas a su hermana pequeña.

~

- Jade, Jade, mira lo que hago.

- Muy bien, Liv.

- No me estás mirando.

La hermana pequeña se cruza de brazos, y Jade suspira, dejando de mirar sus libros.

- Cariño, tengo que estudiar.

- Y yo quiero que juegues conmigo.

- Cuando acabe, ¿de acuerdo?

- ¡Pero yo quiero que juegues ahora conmigo!

Liv empieza a llorar y Jade suspira. "La puedo tirar por la ventana", piensa, mirando a su hermana de seis años.  Decide abrazarla y jugar con ella un rato, hasta que se entretuviese con otra cosa y ella pudiera volver a terminar de estudiar inglés.

- ¿A qué quieres que juguemos?

- A "verdad o verdad".

- Es "verdad o reto".

- Pero yo no quiero reto.

- Vale, juguemos a "verdad o verdad".

- Vale, empiezas tú.

- Está bien.

Jade se sienta en el suelo, junto a Liv, y piensa. La pequeña se impacienta y quiere que su hermana le haga la primera pregunta ya.

- ¿Quién es la persona a la que más quieres?

Liv piensa.

- A ti.

- No, a mamá.

- No Jade, a ti.

Jade, conmovida, deja que su hermana piense una pregunta sin decir nada. Simplemente no sabe qué decir.

- ¿Quién es tu hermana favorita?

Jade sonríe.

- Tú.

- ¿Seguro que no es porque tengas nada más que una?

Jade niega con la cabeza.

- Tú eres la mejor hermana del mundo mundial.

Liv sonríe también, y deja que Jade piense.

- ¿Me dejas estudiar matemáticas?

- Mmm...

Liv mira a su hermana y ésta le suplica con la mirada. 

- Está bien, pero luego quiero que juguemos a las muñecas.

- Todo el tiempo que quieras, reina.

~

- Mamá, ¿dónde está papá?

- Ha ido a comprarte un regalo.

- ¿Un regalo? 

- Sí, Liv. Mañana es tu cumpleaños, ¿no te acuerdas?

- ¿Mañana?

- Sí. ¿Y cuántos cumples?

- No sé.

- Liv, ¿cuántos años tienes?

La pequeña dice el número con los deditos de las manos. 

- Sí, cuatro, muy bien. ¿Y cuántos vas a cumplir?

La niña duda antes de abrir la palma de la mano completa, mostrando el número 5.

- Eso es, mi pequeña. Cinco añitos son los que vas a cumplir.

~

- ¿Liv?

La aludida abre los ojos lentamente, y siente el tacto frío de las sábanas del hospital.

- Estás en el hospital - se apresura a decir Jade. - Te trajimos aquí después de lo de anoche...

Liv mira a horizonte. Parece que no recuerda nada. Pero Jade sabe que sí lo hace. Porque sabe también que algo así no se olvida fácilmente. Eso estará de por vida en la cabeza de su hermana, y no hay dolor mayor que ese para ella.

~

- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz.

Liv sopla las tres velas y aplaude con su familia. La cámara enfoca a Jade, a su lado, una niña de siete años preciosa, que abraza a su hermana mientras las dos ponen los dedos en la nata de la tarta.

- No toquéis aún la tarta, niñas.

- Déjalas, mujer. Yo también quiero nata - dice su padre.

Los tres cogen tarta con las manos y su madre se ríe. Al final ella también lo hace, y su abuela dice, detrás de la cámara, ya que es ella quien la sostiene.

- Si después os quedáis con hambre, os puedo preparar cualquier otra cosa. 

~

- Liv, ¿qué haces? - Jade deja las bolsas en el sofá, y mira la televisión.

- He encontrado un montón de cintas de hace años. Las estoy mirando.

- Ah sí. Las traje, por si algún día te interesaba verlas. Como sale...

- Ya, papá - la corto. - En esa época era un buen hombre.

- Lo era.

Nos quedamos en silencio, viendo a continuación los vídeos de los cumpleaños de Jade.

- Ojalá estuviéramos así otra vez - murmura, quitándose las lágrimas de los ojos.

- Los buenos momentos como estos no se repiten. Por eso es mejor vivirlos una vez, y recordarlos de vez en cuando tal y como fueron. Inigualables.

Jade asiente y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Terminamos de ver las cintas y ambas tenemos los ojos hinchados de llorar. 

Es mejor dejarlo todo como está, y no remover más el pasado. Lo importante es tu futuro, porque el pasado no se puede deshacer. Pero siempre se puede aprender de esos enredos. 

3 comentarios: