sábado, 16 de febrero de 2013

~4.

Hemos acabado de estudiar y Frank acaba de irse, porque Jamia le espera para ir al baile. Sí, es esta noche, y tal y como advirtió Jade, yo no tengo intención -ni permiso de su parte- para ir, así que no rechazo la oferta que Gerard me hace de tomarme un café con él en su casa.

- ¿Entonces no vas al baile? - niego con la cabeza, sentándome en una de las butacas.

- ¿Mikey irá? - dejo caer. Él echa café en la cafetera y hace un ruidito afirmativo. 

En ese momento veo que el aludido baja por la escalera, bastante formal, aunque con síntomas de haber estado resfriado. Le sonrío cuando da una vuelta sobre sí mismo y Gerard me sirve la taza de café. 

- ¿Qué tal estoy? - pregunta mirándonos, expectante.

- Estás genial - digo, bebiendo café. Miro a Gerard y veo que pone los ojos en blanco cuando su hermano empieza a decir que no es verdad. 

Sonrío y centro la atención en el café mientras los dos hermanos se despiden y Gerard le da unos consejos algo extraños a Mikey. Al cabo de unos minutos, Mikey se va con algo de prisa, y apenas se despide de mí. Gerard vuelve a la cocina -ya que lo había ido a acompañar hasta la puerta- y se empieza a reír.

- ¿Por qué te ríes? - le pregunto, confusa.

- ¿En serio crees que Mikey iba bien? - asiento, seria. Deja de reír y se sienta a mi lado. - Era broma. Es la primera vez que lo veo tan emocionado por un baile.

- ¿Va con alguien? 

- Claro. Una tal Alicia, no sé si la conocerás. 

- Sí - digo, bebiendo más café. - Gracias por el café.

- No hay de qué - dice, bebiendo del suyo.

Nos quedamos un rato en silencio, en el cual sólo se escucha la manecilla del reloj de la cocina sonar, y nuestras respiraciones tranquilas, acompasada la una con la otra. No es un silencio incómodo, es silencio. Y yo soy gran admiradora del silencio. Y parece que él también. Y entonces pienso en qué otras cosas tendremos más en común. Y su mirada me devuelve a la realidad.

- ¿Sabes? Pensaba que le gustabas a Mikey - dice, y yo me atraganto con el sorbo de café que acababa de dar. Toso, y él se ríe, mientras yo me pongo roja como un tomate de campo.

- ¿Por qué lo creías? - murmuro, tímida y nerviosa. Me tiembla la voz, y no sé por qué.

- No sé. Supongo que porque fuiste la primera amiga que hizo en la universidad - asiento y sigo bebiendo. 

Nos quedamos otra vez en silencio y oigo que suspira profundamente. Acaba de beberse el café y yo termino el mío. Es hora de irse. Me levanto de la butaca y me encamino al fregadero, cuando al dejar mi taza me doy cuenta de que estoy totalmente pegada a él por el lado izquierdo. Le miro, y veo que me mira impasible, serio. Y no sé si le molesta, o le hace sentir cosas igual que a mí. 

Me muevo rápido, y me dirijo a la puerta. Pero su voz me detiene antes de salir.

- ¿Qué vas a hacer esta noche? - pregunta.

- Iré a casa y leeré - contesto. Se acerca a mí hasta estar a medio metro de mí.

- ¿Quieres que vayamos al baile? 

¿Qué? Trago saliva e intento controlarme. ¿Me está invitando al baile? ¿Es eso posible? Dios mío. Respiro e intento concentrarme en darle una respuesta coherente que no suene a idioma extraterrestre, por el temblor de voz que tengo. 

- ¿Qué me dices? - vuelve a preguntar, esta vez más bajo.

- Claro - tartamudeo. Sonríe y alcanza su chupa de cuero. Se la pone y me mira. - ¿Lista? - asiento. Me agarra lentamente de la cintura y me empuja suavemente hacia delante, para que salga de la casa.

~

- No sabía que podías conducir - comento, cuando abre la puerta del copiloto y puedo salir fuera.

- Tengo el carnet desde hace años - contesta. 

Asiento y miro a todas las chicas (las pocas) que van entrando aún al baile. Tienen unos vestidos preciosos, y entonces me doy cuenta de cómo voy vestida yo. Unos vaqueros y una camisa de cuadros, con una camiseta de tirante debajo. Me inunda la vergüenza, y miro a Gerard, al que parece no importarle ir tan informal a un baile. Seguimos caminando hasta la entrada, cuando ya no puedo más y freno en seco.

- ¿Qué pasa? - me pregunta.

- No voy arreglada, y Jade me dijo que no viniese... - ríe y me coge de la mano.

- Pero Jade no está, ¿no? Si tanto caso quieres hacerle a un adulto, házmelo a mí. Agárrate a mi mano y no te separes. Sé lo que te pasa. No voy  a dejar que nadie te haga o te diga nada. 

Su voz transmite una confianza que me hace dudar, de que pueda ser real, y no sea mi propia hermana disfrazada de hombre. Asiento y me agarro a su mano tanto como puedo, sin apretar demasiado. Pero me sorprendo al ver que es él el que me aprieta más la mano, y yo me pego a su brazo. Entramos en la fiesta y al principio nadie nos presta atención. 

Miro a la gente alternativamente, y veo cómo se divierten. Algunos llevan varias copas de más, otros tantos sólo están contentillos, y aún les falta para emborracharse. Esa es la adolescencia. Salir de fiesta, emborracharte, y drogarte, porque sino, ya no eres guay o una persona que merezca la pena. Absurdo.

Cambian la canción (que no conocía, por cierto), para poner una más movida. Ponen Midnight City, de M83. La gente cambia su ritmo de baile, y le suben más el volumen, para que si no estamos ya sordos, nos quedemos sordos totalmente. Gerard me mira, y la luz empieza a bajar de intensidad. La voz del cantante se escucha perfectamente estemos en el lugar que estemos de la pista (y estoy segura de que a 80 kilómetros a la redonda, también se escucha perfectamente) y me doy cuenta de que Gerard me ha pegado a él. 

No somos los únicos que estamos bailando juntos. La canción es movidita, pero no tanto como para parecer una foca con ataque epiléptico bailando. Hace algunos movimientos invitándome a imitarlos, pero niego con la cabeza. No sé bailar, y no voy a aprender hoy. No se da por vencido y me coge las dos manos. Empieza a mover sus brazos, y por ende mueve los míos. Le miro, sonrojada, y agradezco que la luz sea tan tenue. 

Seguimos moviéndonos igual que el resto de las personas allí dentro, y dejamos que la música nos haga olvidar todo, hasta la ropa que llevamos puesta. Seguimos bailando hasta que la canción acaba, y yo me siento algo mal por ver cómo encienden de nuevo las luces y siguen la fiesta con otra canción que desconozco.

Gerard me guía fuera del cúmulo de gente bailando y nos encontramos a Jade de forma muy cariñosa con Harry. Me quedo parada, y veo que no me ha visto todavía. Pero el inteligente de Gerard (sí, inteligentísimo) me acerca a ella y de paso, veo que a su lado están Frank con Jamia, y Mikey con Alicia.

- ¡Liv! - grita Jade, por encima de la música. - ¡¿Qué demonios haces aquí?!

Me encojo de hombros y miro a Gerard. Veo que suspira y me coge del brazo. Gerard no se da cuenta porque se ha quedado hablando con Frank. Salimos fuera del edificio y mi hermana me mira, y sé que está enfadada.

- Te dije que no vinieses - me reprende.

- Me ha traído Gerard - digo en mi defensa.

- No creo que te haya puesto una pistola en la cabeza para que vinieses.

La miro y sonrío al acordarme del momento que acababa de interrumpir de Jade y Harry. Me mira confundida, pero acaba sonriendo.

- Con que Harry, eh... - dejo caer, sonriendo.

- Gerard Way... no sé cómo no me lo esperaba - reímos a la par y me abraza. - Espero que no lo hayáis hecho sin protección.

- ¡Jade! - la riño. Suelta una carcajada.

- Era broma. Sabes que no soy Frank - la miro mal y me empuja hacia la entrada del baile - Anda, vamos a bailar alguna canción tú y yo.

Y lo hacemos. Levels de Avicii.

~

Cuando llego al portal de mi casa, estoy enfadada con Jade por haberme mandado a casa, sin haberme podido despedir de Gerard. Me prometo llamarlo al día siguiente y miro mi reloj. Son casi las cinco de la madrugada. ¿Cuándo pensará venir esta mujer? Suspiro y meto la mano en mis pantalones, buscando mis llaves. No están. Miro en el bolsillo izquierdo. Tampoco están. Entonces busco en los bolsillos traseros, y tampoco están. Mierda, ¿dónde están mis llaves? Me doy la vuelta y miro por el suelo, como loca. Y al mirar hacia arriba, es cuando me doy cuenta de que hay alguien en el porche, conmigo. 

- Hola - saluda, sin dejar de mirarme.

- ¿Qué haces aquí, Gerard?

- Te has ido sin despedirte - dice, sin más. 

Sonrío y vuelvo a mi preocupación de perder mis llaves. Jade me va a matar.

- ¿Buscas esto? - pregunta, mostrándome un llavero en sus manos. ¡Mis llaves!

- ¿Qué haces con ellas? - pregunto, intentando cogerlas. Pero cierra su mano y las mete en su chaqueta. - Dámelas.

- Quiero algo a cambio.

- ¿Qué?

Se acerca un paso, y queda a pocos centímetros de mí. Se me acelera la respiración y me echo para atrás. Pero él vuelve a acercarse, y repetimos el proceso hasta que quedo pegada a la pared de mi casa, y no hay sitio para irme más hacia atrás.

Me coloca una de sus manos a la izquierda de mi cabeza, pegada a la pared. Le miro, y entonces caigo en la cuenta de qué es lo que quiere. 

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